Quisimos reunirnos para construir un sistema alimentario y nutritivo completo: uno que fuera cíclico, que más allá de producir alimentos produjera vida.
Así, en nuestra parcela trabajamos bajo esquemas de agricultura orgánica y regenerativa que nos permiten crear vida nueva y contribuir a la diversidad de los microorganismos de nuestra tierra con cada ciclo de siembra.
El 2020 fue un año en el que millones de personas alrededor del mundo lidiaron con el duelo, el encierro y la crisis. Por otro lado, ha crecido el interés y la necesidad por procurar nuestra salud física y mental, y cada vez se entiende mejor la importancia que tiene una relación armoniosa con el medio ambiente para lograr estos objetivos.
Mejorar esta relación con nuestro entorno implica empezar a buscar ejemplos para aprender a hacer las cosas diferentes. Necesitamos nutrir el suelo, fortalecer nuestras relaciones personales y comunitarias, y educar a las presentes y futuras generaciones para cambiar el rumbo. Tenemos que generar espacios de conexión que conjuguen práctica, reflexión y conocimiento. Debemos fomentar experiencias inmersivas en las que sean evidentes las conexiones entre consumo y desecho, en las que sea transparente como se produce.
Es así como en marzo del 2021 nos juntamos cinco socios para construir un espacio para generar y compartir aprendizajes que nos permitan promover sistemas de consumo y desecho más transparentes, participativos y regenerativos.